Ese que se postula así mismo.
Que dice «tengo mis dones y quiero explotarlos, usarlos, darles luz, regalarlos, hacer de ellos algo importante, trascendente».
Ser agradecido y devolver lo recibido.
Ser agradecido y meterse en el alma del que los necesita… ¡me necesita!
No candidato…
Al que las luces no le importan. Solo lo seduce hacer el bien y ver sonreír e iluminar al apagado.
¿Raro no?
En estas épocas del todo light, del primero yo y después los demás, del no compromiso…
En la Argentina del sello a fuego del “no te metas” y de mirar para el costado, del «esto es de otros».
El no candidato tiene ese plus de creer y a partir de ¡la convicción del todo se puede!
¿Y sabés que?
¡Vos y yo también estamos llamados!
¡Los no candidatos nos demuestran que solo basta nuestro sí!
Nuestra postulación la hacemos un día en el que decidimos “dar el paso”.
Sentir que estamos para más y empezar a mirar al otro, a ese que sin llamarnos nos necesita.
Qué linda la vida esa de iluminar, regalar sueños, sacar sonrisas, o de tal vez solo acompañar, escuchar, abrazar…
Tal vez solo eso, gestos tan simples y tan valiosos…
Hubo un no candidato, modelo de todo, que no buscó otra cosa que el bien y el Amor, en contra y a cuesta de todo, ese Jesús perfecto Hombre que nos mostró el camino para aspirar a serlo y nos regaló su Amor.
Amarlo y creer en ese Amor.
Amarlo y llenarse el corazón.
Amarlo y cambiar para siempre.
El no candidato tiene eso que lo motiva y lo distingue… Tiene su corazón pleno, tiene mucha paz, tiene ese Amor.
¡Llenate de ese Amor y entonces lo vas a entender! ¡Porque el no candidato podemos ser todos!
Por Diego Ayerza.